Trado

Athena Farrokhzad & Svetlana Cârstean

pequeñaslabores

Buenos Aires – 2024

158 p.; 21 x 14 cm.

Traducción y prólogo: Siri Björkström & Gabriela Raidé

ISBN 978-987-8320-36-6

Traducir como excusa para escribir.

Escribir como excusa para amar.

Amar como excusa para traicionar.

Traicionar como excusa para traducir.

La escritura empieza con el deseo de traicionar.

Nuestra primera conversación fue sobre la traición. En la cocina, empezamos a hablar de la experiencia compartida de traicionar la herencia familiar. La traición estaba ahí como el núcleo de nuestra escritura. Un núcleo a veces oculto, y a veces, visible. Lo sentíamos entre los dedos cuando conversábamos, cuando leíamos, cuando traducíamos.

Frente a la intemperie, por Siri Björkström y Gabriela Raidé

Athena Farrokhzad (Tehrán, 1983) y Svetlana Cârstean (Botosani, 1969) se conocieron en 2012 en la ciudad de Estocolmo, durante un taller de traducción de poesía. Gracias a este encuentro, forjaron una amistad que tuvo como resultado la traducción cruzada de sus primeros libros, Vitsvit y Floarea de menghin, que al año siguiente se publicaron en Rumania y Suecia respectivamente. Lo curioso de este trabajo es que ninguna conocía la lengua de la otra, por lo que debieron apelar a diccionarios y terceras lenguas. Para ellas, la principal ventaja de este método fue que les dio la libertad de crear textos completamente nuevos, erigidos en la intersección de todas las lenguas en las que ocurrían los intercambios, pero sin estar afianzados en ninguna.

Traducirse fue iniciar una relación de dependencia; traducirse fue fundar una hermandad en la inevitable traición del original, fue derribar cualquier tipo de rastro aurático. En 2016 Farrokhzad y Cârstean publicaron juntas este libro, Trado, que de algún modo reconstruye el proceso de traducirse mutuamente y conocer esa forma de la intimidad. En verdad, Trado no es uno, sino tres o incluso seis libros: un poemario escrito por cada una de ellas en su propia lengua –que luego fue traducido por la otra utilizando el mismo método– y un ensayo poético sobre la traducción, que escribieron en conjunto. Es decir, existe una versión en sueco y una en rumano de los tres libros; cada texto tiene su doble, como colocado frente a un espejo que nunca refleja lo mismo, sino que lo transforma y multiplica:

Acá no nos mostramos en un espejo perfecto

acá no nos mostramos en ningún espejo (p. 99)

* * *

Los libros que componen este tríptico hibridan voces y registros, hacen uso de distintos testimonios y tradiciones, lo cual los vuelve polifónicos y contradictorios: allí está su riqueza. Se trata de un texto que permite pensar la lengua como punto de encuentro y reflexionar en torno a la traducción como problema filosófico-literario, pero desde una perspectiva poética, que apela tanto a imágenes como a hipótesis.

En el centro de estos poemas está la amistad que surgió entre Farrokhzad y Cârstean. En este caso, la lengua no actúa como frontera, sino como una tierra sobre la cual construir una relación. Aun así, no es un vínculo exento de conflicto, porque el texto nunca olvida ni encubre el carácter pedregoso del lenguaje, la imposibilidad última de la comunicación:

Svetlana me dijo: ¿entendés lo inútil que es hablar con alguien que no sabe tu lengua materna? Es como plantar semillas en el mar. (p. 40)

En el centro de la traducción, entonces, hay un encuentro inevitable con la idea de la traición; pero en lugar de verse como una falta, se la reivindica como acto de libertad. Precisamente, estas nociones se utilizan como punto de partida para exponer una serie de reflexiones en torno a la propia historia, en particular acerca del vínculo que se construye con aquello que se hereda: la familia, la cultura, la lengua. Lo que se habla y lo que se calla; la lengua que arma y desarma las relaciones con sus padres, con sus patrias y entre ellas.

Las poetas nos llevan al origen: al nacimiento del poema, a las infancias en Estados sacudidos por la guerra, al principio de los tiempos babélicos. Hablan de asuntos actuales, pero con una mirada que no se propone maniquea, moralista ni panfletaria. Sin dejar de reconocer el conflicto y la diferencia, exploran los puntos de contacto, aquello que las une como “hijas de las viejas revoluciones”.

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El poemario de Farrokhzad, el primero, se construye como una suerte de diálogo entre la autora y Cârstean donde las voces se intercambian y entremezclan. En el texto, se problematizan la migración, la ausencia de un lugar de pertenencia, el vínculo con el origen, y la relación siempre tensa con la madre y la lengua, que por momentos se superponen (¿acaso no son la misma cosa?). “De donde vengo, abandonamos la casa de nuestra madre”: este verso alude, en un sentido literal, a la entrada en la adultez; pero también refiere al exilio de la madre patria y a la renuncia a la lengua materna. Frente a la intemperie, aquí el poema surge como una pedagogía para el autoconocimiento y se transforma en un refugio posible.

El texto de Cârstean es más híbrido en cuanto a su estructura. A partir de cambios de foco entre el presente y el pasado, va reconstruyendo a modo de collage la propia historia, en la que se entraman lo personal y lo político, lo mundano y lo trascendente: la relación con la familia, el enfrentamiento con el padre, contra el que la hija se rebela; la relación con la pareja y la imposibilidad de llegar a un acuerdo; los recuerdos de infancia y juventud que se entrelazan con la compleja historia de la patria. Aquí también la lengua surge como un punto donde apoyarse, aunque sea precariamente, para construir una nueva manera de estar en familia, una relación de amistad: “Athena dice mullbär/ entiendo zarzamora/ saco el diccionario/ le explico/ le digo la reina de la noche/ me dice la reina no está/ acá” (p. 113).

Por último, el ensayo lírico del final utiliza el lugar común que reza “traduttore, traditore” para analizar el vínculo que establecen con la traducción y la escritura, que son, en algún punto, sinónimas. Aquí se incorporan una serie de voces de distintos escritores y escritoras que reflexionan sobre estas prácticas y enriquecen el texto. De alguna manera, exhiben el método, desnudan la praxis y exponen los principios que sostienen su escritura. Farrokhzad y Cârstean tratan de crear un hogar en el poema, en un acto que en simultáneo se convierte también en la traición a la lengua materna: “Traducir como excusa para escribir./ Escribir como excusa para amar./ Amar como excusa para traicionar./ Traicionar como excusa para traducir” (p. 117).

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En cuanto a esta traducción, nació en primera instancia gracias a un encuentro azaroso en un colectivo en Buenos Aires, que nos valió una amistad que se fue construyendo entre amores y lenguas. De un modo similar a lo que sucedió entre Athena y Svetlana, nuestra amistad se fue consolidando entre clases de español y sueco que nos dimos mutuamente. En ese contexto, surgió la idea de traducir algunos fragmentos de Vitsvit. Aunque ese poemario ya había sido publicado, terminamos el proyecto hasta materializarlo en la edición de unos pocos ejemplares que sirvieron como testimonio de nuestra relación, incluso para nosotras mismas.

Con generosidad, después Farrokhzad nos compartió los tres textos que componen Trado. Primero en Argentina, y luego desde Gotemburgo y Buenos Aires, se empezó a tramar este otro proyecto. Poco a poco, Trado se volvió parte de nuestras vidas. Cada una de nosotras se volvió parte de la otra; y lo mismo sucedió con cada lengua:

nada es caos

en nuestras palabras

y en la lengua que hablamos

mientras el lavarropas anda

no lleva el nombre

de ningún país

solo es

nuestra lengua común (p. 111)

Superando dificultades técnicas, personales y horarias, esta traducción ocupó intermitentemente casi tres años de trabajo que hoy confluyen en este volumen. Una vez más, se vuelve testimonio de una amistad que, entre otras cosas, se sostiene en y por la lengua.

* * *

Trado contiene en sí muchas vidas: la vida de las poetas y la de quienes las habitan. La propia vida del poema. Mientras esas vidas respiraban entre los versos, la traición nos respiraba en la nuca: lo que no debía suceder, lo inevitable.

El amor que sentimos por Trado nos llevó a leer una y otra vez, a traducir una y otra vez. Trabajamos primero con las cabezas pegadas y después con un océano en el medio, sobre la tierra de nadie de la virtualidad, diseccionando las estrofas, extendiéndolas, volviéndolas a fundir, sostenidas en la lengua de nadie que construimos.

Al igual que las autoras, nos zambullimos en los distintos estratos del texto, botanizamos nuestras infancias, nos embarcamos en una búsqueda por lo preciso. El trabajo nos convirtió en mediadoras al servicio del lenguaje, nos llevó a negociaciones imposibles hacia el interior y entre nosotras. Buscando la mejor solución, disertamos por largos ratos y nos comprometimos con el texto.

Donde terminaba el saber de una, empezaba el de la otra, contenidas en una unidad: “Nos convertimos en las gemelas que juegan en espejo” (p. 147). Y entre las lenguas, lo nuevo fue brotando, como resultado de las voces de dos poetas y de nuestra propia lectura. Este libro, que fue escrito a ocho manos, ahora está en las tuyas.

Siri Björkström & Gabriela Raidé (2024).

Athena Farrokhzad & Svetlana Cârstean

Athena Farrokhzad (Teherán, 1983) es poeta, dramaturga, traductora y crítica literaria, radicada en Suecia desde su primera infancia tras el exilio político de su familia. Su primer libro Vitsvit (2013) obtuvo los premios Karin Boye y Gran Premio de los Lectores, ha sido adaptado al teatro en dos ocasiones y fue traducido a una quincena de lenguas. Päron (2014) es su primera obra teatral. Crítica, radical y combativa en sus opiniones respecto a la desigualdad social, la inmigración y el feminismo, Farrokhzad ha realizado y ha participado en varias antologías de poetas suecos contemporáneos.

Svetlana Cârstean (Botosani, 1969) es una poeta y traductora rumana. Ha publicado los libros Floarea de menghinå (2008), Gravitatie (2015) y Sînt alta (2022). Su obra ha recibido múltiples premios y distinciones entre los que se destacan Premio de Debut en Poesía de la Unión de Escritores de Rumania y el Premio Nacional de Poesía Mihai Eminescu.